La riqueza cultural de Barranquilla se expresa a través de una de las fiestas más importantes del país, el Carnaval. Esta fiesta multicolor se vive en las calles con numerosos desfiles en los que se canta, se baila y se recuerdan las tradiciones ancestrales del pueblo barranquillero. El Tour Artesanías Barranquilla complementa todo lo que pasa antes del Carnaval y cómo se hace la preparación antes del mismo.
El entusiasmo y amor que ponen los habitantes de la ciudad por esta fiesta, han hecho que todos los ojos de los viajeros se posen sobre ella y quieran venir en febrero a disfrutarlas.
Quienes se encargan de que el colorido físico y la parte estética de este jolgorio sea fiel a la tradición, son los artesanos del Atlántico, quienes, con su trabajo escondido y constante, hacen posible que carrozas, vestidos, máscaras y demás artículos artesanales, estén listos desde la primera fiesta, la “Lectura del Bando”.
Las manos expertas y el modo de realizar estos artículos en los que se queda plasmada la tradición cultural de un pueblo, se pueden conocer a través de la visita a los talleres de artesanías. Existe la posibilidad de hacer un recorrido hasta los talleres que quedan en municipios aledaños a Barranquilla como Usiacurí, Galapa, Baranoa, Soledad, Puerto Colombia y Ponedera, entre otros.
Es importante destacar que no todas las artesanías del Tour Artesanías Barranquilla son alusivas al Carnaval y que existe una enorme oferta de tradición indígena y africana que vale la pena conocer por su belleza y por su difícil elaboración.
El recorrido artesanal
Sugerimos empezar el Tour Artesanías Barranquilla por Usiacurí, un municipio al que se puede llegar desde Barranquilla por la vía La Cordialidad. A solo cuarenta minutos de la ciudad, en “El Pesebre del Atlántico” como se le conoce por su belleza, los habitantes están acostumbrados a los forasteros que llegan en busca de las artesanías tejidas en palma de Iraca.
Bolsos, cestos, abanicos, collares, individuales, servilleteros y muchos otros objetos decorativos salen de las manos de los tejedores para los mercados internacionales. Se puede llegar directamente a los talleres que generalmente quedan en casa de los artesanos. Así, los visitantes pueden observar no solo cómo se teje la palma, sino integrarse con la cultura que hace parte de la tradición de este municipio.
Hoy, importantes diseñadores colombianos tienen sus talleres en Usiacurí y se enorgullecen de la unicidad de las piezas creadas. Las tiendas artesanales más visitadas son las que quedan en frente del Museo Julio Flórez. Allí tienen una estación permanente de los productos ya terminados listos para la venta. Es una visita en la que, además de conseguir artículos originales a muy buen precio, se puede aprovechar para conocer el pueblo, su Iglesia y el museo mencionado.
Galapa está ubicada a quince kilómetros de Barranquilla. En este municipio se puede vivir la experiencia “Artesano por un día”, en la tienda artesanal “El Congo Real”, una empresa familiar que realiza la talla en madera de las máscaras alusivas a los animales africanos del Carnaval de Barranquilla.
Allí se elaboran máscaras de caimanes, monos, tigres, toros y demás figuras que componen la fiesta carnavalesca. Esta experiencia es una forma de inmersión cultural que se realiza con el fin de que los visitantes conozcan la historia, el trabajo y el conocimiento que se plasma en estos artículos.
Se aprende qué tipo de madera se usa, cómo se seca, cómo se corta, talla y pinta y los instrumentos que se utilizan para tal fin. Cada persona puede elaborar su propio souvenir y darse cuenta de que las horas en el taller parecen estar detenidas en el tiempo.
Existen otros municipios en los que las artesanías son fabricadas como parte de su economía y que se venden en Ferias Artesanales. En Soledad, se trabaja la madera y la cerámica; en Puerto Colombia, se producen artesanías en madera, y en Barranquilla los artesanos son expertos en el manejo del papel maché, del coco y del totumo.
En la capital del Atlántico, los turistas pueden visitar la Fábrica de Carrozas en la que trabajan más de cien artesanos, artistas plásticos, arquitectos, herreros y floristas para diseñar y crear las grandes obras rodantes que desfilan por la vía 40 en la Batalla de Flores del Carnaval.
Con seis o siete metros de altura, estos monumentales vehículos son la vitrina para que el mundo observe el estilo y la belleza de las artesanías que se pueden tener en casa.
Además, con la compra de estos productos se benefician muchas familias que encuentran en la cultura su modo de sostenimiento, y se beneficia la humanidad al permitir que estas tradiciones se sigan transmitiendo de generación en generación.