Aunque es conocida por sus enormes haciendas en donde el ganado deambula libremente entre curiosos carpinchos y rebaño de ciervos, la Orinoquía es mucho más que tierras de cultivos. La región de praderas vírgenes e impresionantes humedales hospedan grandes poblaciones de mamíferos y abundantes aves migratorias, lo que lo hace el mejor lugar en el país para los elusivos felinos.
Los límites orientales de la Orinoquía están llenos de grandes monolitos de piedra lisa que sobresalen de los paisajes fluviales, que, por lo contrario, son llanos como enormes madrigueras, a los que se puede escalar para disfrutar las impresionantes vistas que se encuentran en todas direcciones.
Durante la época de sequía, cuando las poblaciones de animales se reúnen alrededor de los menguantes recursos hídricos, la concentración de la vida salvaje que se encuentre aquí se tiene que ver para poder creerla, así como los gloriosos atardeceres. Y después de la puesta de sol en estos ranchos fronterizos, donde la cultura llanera cobra vida con dulces sonidos de arpa y los exuberantes pasos de joropo, el baile tradicional de la región.
Si los pasos de joropo se ven retadores, piense en los practicantes del deporte favorito de la región, el coleo, que consiste en que los vaqueros montados tiren a los toros salvajes al suelo cogiéndolos por la cola.
Llegando al sur desde la Orinoquía, los llanos y los ranchos gradualmente van dando paso a una abundante vegetación, típica de la Amazonía, el bosque tropical más grande del mundo y una interminable maravilla natural de aventuras y místicos encuentros.
Esta impenetrable selva alberga impresionantes cascadas, gigantes lirios y delicadas orquídeas, además un mundo de leyendas, secretos que pasan de generación en generación por los indígenas de la zona.
Donde más sino en la Amazonía, en la que visitantes pueden observar a los juguetones delfines rosados retozar desde la orilla del río con guacamayos de radiantes emplumados como compañía o simplemente para navegar la selva inundada en una tradicional piragua durante la búsqueda de poblaciones de monos exóticos.
Tanto la Orinoquía como la Amazonía son mayormente visitadas por amantes a la naturaleza, precisamente en la zona donde estos dos hábitats se unen entre sí para crear el atractivo más espectacular que en la región puede ser encontrado.
Durante una parte del año, conocido como el río de cinco colores, Caño Cristales se muestra como cualquier otro pintoresco riachuelo de la selva: un relajante y transparente cauce, rodeado por la tranquila naturaleza. Pero desde finales de junio hasta noviembre, las algas endémicas del río florecen, convirtiendo sus aguas en un espectáculo de brillantes rojos y naranjas que contrastan divinamente con el verde follaje que bordea la orilla.
El río hace parte del Parque Nacional Natural de la Sierra de la Macarena, el cual también cuenta con cascadas y piscinas naturales, además de un impresionante despliegue de flora y fauna. Otro increíble cauce de agua se encuentra al norte del parque donde el río Güejar atraviesa un impresionante cañón.
Pero la Macarena no el único parque nacional imperdible de la región. La Serranía del Chiribiquete es una enorme extensión de imponente naturaleza que alberga una larga colección de pinturas rupestres y petroglifos del continente. Estas misteriosas montañas que, protegen una impresionante diversidad de flora y fauna, han sido declaradas Patrimonio de la Humanidad por su importancia tanto cultural como ecológica.
Otros grandes ejemplos de arte prehistórico pueden ser encontrados en el Raudal Angostura donde intrigantes rocas cubiertas de petroglifos rodean un río caudaloso.
Mientras los diseñadores de Chiribiquete y Angostura tienen tiempo de haber desaparecido, la Amazonía-Orinoquía Colombiana es también el hogar de fascinantes culturas.
Uno de los mejores lugares para conocer las culturas y tradiciones de la selva es la capital regional de Leticia, la ciudad más meridional de Colombia, la cual está ubicada a las orillas del río Amazonas, en la triple frontera con Perú y Brasil. Sin carreteras de entrada ni salida, Leticia es un tranquilo oasis rodeado por las selvas tropicales más extensas y vírgenes de América.
Los habitantes de las comunidades indígenas de toda la región van a Leticia en busca de suplementos y también para socializar, dándole a la ciudad una energía única que se puede observar mejor en los alrededores del concurrido muelle. Además, cuenta con un excelente museo etnológico, siendo un buen lugar para aprender sobre las culturas de la región antes de adentrarse a la selva a destinos como el Parque Nacional Amacayacu.
Mucho más tranquilo es el pueblo de Puerto Nariño, sin tráfico, a unos 80 km río arriba. Colorido y caluroso, es el lugar perfecto para probar la vida en una comunidad de la selva moderna y punto de partida para el Lago Tarapoto, una de las reservas de agua más moderna de la Amazonía.
Otra increíble remota comunidad selvática que vale la pena visitar es Mitú, la capital del departamento de Vaupés. Localizada a las orillas del hermoso río Vaupés, con sus playas de arena dorada respaldadas por una exuberante selva, el pequeño Mitú es el principal punto de partida hacia la cascada Jirijirim, poco concurrida.
Rodeada de las más frondosas de las selvas, es aquí donde el apacible río Apaporis cobra vida en una serie de poderosas cascadas que bota niebla en el aire. Sin dudarlo es uno de las maravillas naturales más impresionantes del país, además una de las más aisladas.
Similar a Jirijirimo en cuanto al aislamiento, se encuentra el espléndido Cañón de Araracuara donde el río Caquetá pasa por inmensos acantilados cubiertos de selva y por el Parque Nacional Tuparro, el cual protege las increíbles extensiones del río Orinoco.
Las remotas ubicaciones de muchas de las atracciones de la Amazonía-Orinoquía Colombiana hace que la mayoría del tiempo el transporte aéreo sea la mejor opción, a veces la única, cuando de desplazarse se trata. El aeropuerto más cercano a la región es El Dorado en Bogotá.
Desde la capital muchos vuelos salen a diferentes partes de la Amazonía-Orinoquía Colombiana, mientras que otros vuelos a destinos más remotos parten de Villavicencio, el portal de la Orinoquía, tres horas desde Bogotá por carretera.
Otro punto de acceso a la región es Yopal, en la Orinoquía, el cual conecta con el departamento de Boyacá, en los Andes Orientales Colombianos, a través de un impresionante escenario montañoso por la carretera y Florencia, en la Amazonía, que está a poca distancia del Macizo Colombiano.
Durante la época de sequía es posible manejar en jeep a la Orinoquía con un excelente vehículo todoterreno.