Un lugar donde dos mundos se unieron para formar uno nuevo, pero del que aún prevalecen los vestigios de ambos, y que han sido fuente inspiración y exploración; ya sea entre los delicados páramos que protegen los secretos de los nativos o en las mansiones de piedra y adobe que albergaron a los primeros colonos españoles.
Y en los Andes Orientales Colombianos, el paisaje de fondo es tan espectacular como la narrativa, con las grandes montañas cubiertas por glaciares que alimentan bravíos y activos ríos que esculpen profundos cañones a través del más extraordinario de los reinos.
La entrada y centro de la región es la capital del país, Bogotá, una inmensa y cultural ciudad con su encantador centro colonial, rico en tradiciones que fueron transmitidas por aquellos quienes migraron aquí desde cada rincón del país y más allá. La increíble diversidad de Bogotá y museos de primera clase, la convierten en un destino esencial para visitantes que buscan conocer la Colombia moderna.
Aunque la ciudad de Bogotá es una megalópolis en todos los sentidos, no tienes que irte lejos de la capital para descubrir un mundo totalmente diferente. A poca distancia en auto, decenas de encantadores y tranquilos pueblos y ciudades compiten por la atención de los turistas. Asegúrate de no perderte Zipaquirá con su espectacular catedral excavada en las profundidades de una mina de sal, ni el lago Guatavita, hogar de la leyenda de El Dorado.
Si Bogotá representa la modernidad en su máxima expresión, muchos de los bastiones del patrimonio del país se encuentran también en estas valiosas montañas.
El increíble y perfectamente bien preservado centro histórico de Villa de Leyva, en Boyacá, es uno de los pueblos más románticos de Latinoamérica, con calles adoquinadas iluminadas con lámparas que se originan desde su monumental plaza central, junto a las increíbles mamposterías de las mansiones y magníficas iglesias de la época colonial. Mientras las zonas que rodean el pueblo llevan al turista aún más al pasado con los enigmáticos monumentos prehispánicos y algunos fósiles prehistóricos.
Cerca de allí, el Páramo de Iguaque alberga místicos lagos montañosos, mientras que el pequeño pueblo de Ráquira es conocido por su clásico monasterio y delicada cerámica, que aún se elabora de la misma manera que hace siglos.
Si sientes que Villa de Leyva ha quedado detenida en el tiempo, espera a que llegues a Barichara, considerada por muchos como el pueblo más hermoso de Colombia. Sus tranquilas calles están rodeadas de casas encaladas al mejor estilo andaluz, construidas con barro procedente de estas montañas, mientras su arbolada plaza central se encuentra presidida por la magnífica Iglesia de la Inmaculada Concepción, con paredes de piedra amarilla que resplandecen bajo el intenso sol de Santander.
Un sendero de piedra nos lleva desde Barichara a través de sus imponentes colinas hasta una serie de pueblos coloniales cercanos, siguiendo las huellas de los indígenas y primeros colonos en una grafíticamente caminata que combina clases de historia y naturaleza de primera clase.
Al norte de Barichara, el pueblo de Zapatoca es otro hermoso pueblo colonial bien preservado, rodeado por una increíble naturaleza, lleno de cuevas y cascadas. Otro pueblo colonial diferente, es el húmedo y tranquilo Honda, el cual se sitúa a la orilla del río Magdalena.
Aunque la grandeza de Villa de Leyva y Barichara no tiene comparación, al otro extremo de la cadena, los Andes Orientales Colombianos también cuentan con encantadores pueblos coloniales, como el modesto Mongui que cuenta con un impresionante escenario bajo el Páramo de Oceta, barrido por el viento. También, se encuentran las calles de la tranquila Playa de Belén, ubicadas bajo las magníficas columnas de piedra caliza del Parque Nacional Estoraques.
También hay más escenarios espectaculares en estas montañas: el impresionante Cañón de Chicamocha y el altiplano de la Mesa de los Santos rodean la moderna Bucaramanga, llena de parques, lo que la hace una de las ciudades más accesibles de Colombia.
Al este de Boyacá, la impresionante Laguna de la Tota posee playas de arena blanca y aguas cristalinas a miles de metros de altura en los Andes, mientras que, a las afueras de Bogotá, el Parque Nacional Chingaza y el Parque Chicaque protegen zonas de naturaleza virgen.
Los amantes de la naturaleza no deberían irse de la región sin hacer una parada por el imponente Parque Nacional El Cocuy-Güicán, ubicado al extremo oriental de la cordillera. Con 23 picos cubiertos de glaciares y lagos vírgenes de tonos brillantes, alberga lo más maravillosos paisajes montañosos del país, puede ser explorado en una variedad de excursiones de gran altura.
Para aquellos que interactúan más activamente con la naturaleza, los Andes Orientales Colombianos ofrecen deportes de aventuras verdaderamente sorprendente. Desde montar en las embarcaciones por el caudaloso río Suárez hasta escalar las enormes paredes rocosas de Suesca y descender en rappel por la imponente cascada Juan Curí, las aventuras llenas de adrenalina están a la vuelta de la esquina. Para terminar esta aventura tranquila, los visitantes pueden sumergirse en uno de los más relajantes baños termales de la región.
La increíble historia y tradición de los Andes Orientales Colombianos también se manifiesta en la gastronomía local, la cual fusiona perfectamente tanto elementos europeos como indígenas, ya sea por las abundantes sopas boyacenses, por la carne oreada o las hormigas culona de Santander, comer aquí es, sin duda, una exquisita experiencia gastronómica.
La entrada a los Andes Orientales Colombianos es el aeropuerto principal del país, el de Bogotá. Desde la capital, las carreteras conducen al norte en el corazón de los departamentos de Boyacá, Santander y Norte de Santander.
Otros puntos de accesos a la región son el aeropuerto de Bucaramanga y por vía terrestre desde el Caribe a través del río Magdalena y una espectacular carretera montañosa que conecta con la Amazonía-Orinoquía al departamento de Boyacá